Esta
crisis sanitaria que nos asola se ha convertido, con el paso de los días, en una
crisis sistémica global que no solo se ha extendido como una mancha de aceite
por todos los rincones del Planeta, sino que ha afectado a todos los ámbitos, a
todas las dimensiones de la actividad humana. Desde luego a la salud pública y
a la de las personas, pero también a las relaciones sociales y a sectores como el
educativo, que está poniendo en una situación complicadísima a toda la
comunidad escolar.
Pero
también esta crisis está teniendo efectos notables sobre las variables
ambientales, y por una vez en la historia, algunas de ellas no están saliendo
tan mal paradas; vamos a repasar algunas de ellas.
Biodiversidad sorprendente
El
confinamiento ha hecho que todas las personas pasemos largo tiempo dentro de
casa, de manera que hemos dejado de frecuentar las calles, las plazas, los
caminos y las veredas. Ello ha provocado dos fenómenos paralelos y bien
interesantes: por un lado, desde casa, asomados a los balcones o ventanas hemos
percibido que no estamos solos en ciudades y pueblos, sino que muchos animales
comparten hábitat con nosotros. Hemos logrado escuchar de nuevo el trinar de
las aves, que en esta lluviosísima primavera están excepcionalmente activas.
Así, iniciativas de ciencia ciudadana como #QuédateEnElNido de SEO/Birdlife, están impulsando el
papel de la ciudadanía para registrar y compartir los avistamientos de aves que
hasta hace poco pasaban absolutamente desapercibidas.
Pero
además de que este obligado confinamiento nos está permitiendo observar y
disfrutar de la compañía de nuestros vecinos alados, también está permitiendo
un despliegue de la vida silvestre más allá de lo habitual. Ya nos hemos
acostumbrados a compartir vídeos virales a través de redes sociales de un oso paseando por un
pueblo asturiano, una cabra montés por
Chinchilla (Albacete) o un corzo por el centro de
Valladolid. Se trata de fenómenos que no son tan infrecuentes, pero que
vistos en conjunto señalan un hecho incontestable: la falta de presión humana
en pueblos y ciudades está mejorando las condiciones de vida de especies que,
en algunos casos, están al borde de la extinción. Solo hablando de atropellos,
por ejemplo, el lince ibérico
pierde un 5% de sus efectivos anuales por atropellos, que durante estos
aciagos meses de confinamiento se han reducido a cero. En lugares singulares
como los Espacios Naturales Protegidos, la falta de senderistas, practicantes
de escalada, parapente o ciclismo de montaña en este inicio de la primavera,
hacen que algunas especies en riesgo de extinción puedan aumentar la
supervivencia de sus crías en esta temporada.
Contaminación atmosférica bajo mínimos
La
reducción de la movilidad hasta límites nunca vistos en los últimos cincuenta
años, también ha supuesto una reducción sin precedentes de los niveles de
contaminación atmosférica sobre todo en ciudades, donde siempre ha sido más
preocupante su concentración.
Si
las primeras noticias nos llegaron desde China al poco de ponerse en cuarentena la ciudad de Wuhan o Pekín, en España no han
tardado tampoco a llegarse también a niveles de salubridad de la atmósfera
desconocidos. Lo ha detectado la Dirección General de Tráfico, que mantiene al
día un seguimiento de la
movilidad que está en niveles del 60 ó 70% menos que en el mismo periodo
del año pasado. Esto se traduce en que ciudades como Barcelona, Sevilla,
Madrid, Zaragoza han notado descensos de
contaminantes como el NO2 de hasta el 80%.
Es verdad que la contaminación atmosférica tiene efectos sobre la salud con exposiciones a largo plazo y que reducciones de apenas unos meses apenas mejorarán el estado de nuestros pulmones a largo plazo, pero esta reducción tiene un par de beneficios evidentes. En primer lugar, porque las zonas con niveles más elevados de contaminación atmosférica presentan porcentajes más altos de letalidad en esta pandemia de Covid19, por lo que sí pueden asociarse efectos positivos a corto plazo en este aspecto concreto. Pero, y esto parece más importante, porque cuando la sociedad decide poner la salud por delante, es capaz de conseguir cambios notabilísimos que mejoran la calidad del aire en ciudades y pueblos. Visibilizarlo colectivamente nos proporciona interesantes apoyos para trabajar en la factibilidad de cambios drásticos que permitan una transición hacia escenarios más sostenibles.
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