martes, 21 de abril de 2020

Los otros impactos de la crisis del Covid19




Esta crisis sanitaria que nos asola se ha convertido, con el paso de los días, en una crisis sistémica global que no solo se ha extendido como una mancha de aceite por todos los rincones del Planeta, sino que ha afectado a todos los ámbitos, a todas las dimensiones de la actividad humana. Desde luego a la salud pública y a la de las personas, pero también a las relaciones sociales y a sectores como el educativo, que está poniendo en una situación complicadísima a toda la comunidad escolar.

Pero también esta crisis está teniendo efectos notables sobre las variables ambientales, y por una vez en la historia, algunas de ellas no están saliendo tan mal paradas; vamos a repasar algunas de ellas.

Biodiversidad sorprendente

El confinamiento ha hecho que todas las personas pasemos largo tiempo dentro de casa, de manera que hemos dejado de frecuentar las calles, las plazas, los caminos y las veredas. Ello ha provocado dos fenómenos paralelos y bien interesantes: por un lado, desde casa, asomados a los balcones o ventanas hemos percibido que no estamos solos en ciudades y pueblos, sino que muchos animales comparten hábitat con nosotros. Hemos logrado escuchar de nuevo el trinar de las aves, que en esta lluviosísima primavera están excepcionalmente activas. Así, iniciativas de ciencia ciudadana como #QuédateEnElNido de SEO/Birdlife, están impulsando el papel de la ciudadanía para registrar y compartir los avistamientos de aves que hasta hace poco pasaban absolutamente desapercibidas.

Pero además de que este obligado confinamiento nos está permitiendo observar y disfrutar de la compañía de nuestros vecinos alados, también está permitiendo un despliegue de la vida silvestre más allá de lo habitual. Ya nos hemos acostumbrados a compartir vídeos virales a través de redes sociales de un oso paseando por un pueblo asturiano, una cabra montés por Chinchilla (Albacete) o un corzo por el centro de Valladolid. Se trata de fenómenos que no son tan infrecuentes, pero que vistos en conjunto señalan un hecho incontestable: la falta de presión humana en pueblos y ciudades está mejorando las condiciones de vida de especies que, en algunos casos, están al borde de la extinción. Solo hablando de atropellos, por ejemplo, el lince ibérico pierde un 5% de sus efectivos anuales por atropellos, que durante estos aciagos meses de confinamiento se han reducido a cero. En lugares singulares como los Espacios Naturales Protegidos, la falta de senderistas, practicantes de escalada, parapente o ciclismo de montaña en este inicio de la primavera, hacen que algunas especies en riesgo de extinción puedan aumentar la supervivencia de sus crías en esta temporada.

Contaminación atmosférica bajo mínimos

La reducción de la movilidad hasta límites nunca vistos en los últimos cincuenta años, también ha supuesto una reducción sin precedentes de los niveles de contaminación atmosférica sobre todo en ciudades, donde siempre ha sido más preocupante su concentración.

Si las primeras noticias nos llegaron desde China al poco de ponerse en cuarentena la ciudad de Wuhan o Pekín, en España no han tardado tampoco a llegarse también a niveles de salubridad de la atmósfera desconocidos. Lo ha detectado la Dirección General de Tráfico, que mantiene al día un seguimiento de la movilidad que está en niveles del 60 ó 70% menos que en el mismo periodo del año pasado. Esto se traduce en que ciudades como Barcelona, Sevilla, Madrid, Zaragoza han notado descensos de contaminantes como el NO2 de hasta el 80%.

Es verdad que la contaminación atmosférica tiene efectos sobre la salud con exposiciones a largo plazo y que reducciones de apenas unos meses apenas mejorarán el estado de nuestros pulmones a largo plazo, pero esta reducción tiene un par de beneficios evidentes. En primer lugar, porque las zonas con niveles más elevados de contaminación atmosférica presentan porcentajes más altos de letalidad en esta pandemia de Covid19, por lo que sí pueden asociarse efectos positivos a corto plazo en este aspecto concreto. Pero, y esto parece más importante, porque cuando la sociedad decide poner la salud por delante, es capaz de conseguir cambios notabilísimos que mejoran la calidad del aire en ciudades y pueblos. Visibilizarlo colectivamente nos proporciona interesantes apoyos para trabajar en la factibilidad de cambios drásticos que permitan una transición hacia escenarios más sostenibles.