Mural en el CEIP Villa y Tierra, de Saldaña. |
El 90% de la población española se concentra en el 30% del
territorio, mientras la mitad de los municipios de España tiene una densidad de
población que demográficamente se podría calificar de ‘desierto’. El domingo
pasado, la ‘Revuelta de la España vaciada’ –que no vacía-, quería evidenciar,
precisamente, eso: que este estado de cosas no es fruto de un fenómeno natural
imprevisible, sino el resultado de unas políticas que han vaciado buena parta
del territorio, concentrando la
población en algunas ciudades centrales y sus áreas metropolitanas, los ‘polos
de desarrollo’ que han sabido reinventarse tras la reconversión industrial –apostando
por su posicionamiento en ese circuito de ‘ciudades globales’-
y una periferia costera absolutamente turistificada.
En el resto del territorio- ajeno las más de las veces a los
desvelos de la Villa y Corte, o viceversa- han ido despareciendo las entidades
bancarias, cuesta encontrar una farmacia, no suele haber transporte público ni oficina
de correos, de una biblioteca o librería ni hablamos, hay que apuntar en el
calendario el día que toca atención en el puesto médico, y soñar con una buena conexión
a internet suena a película futurista. Pero lo que realmente se vive como un
drama es el cierre de la escuela: ese es el punto a partir del cual, según KafKa,
no hay retorno posible.
Tras contarme sus 'caminos de colores', la Comisión Ambiental del CEIP San Pedro, de Baltanás, posó así de contenta para la foto. |
Algunos de los eslóganes que se pasearon por las calles de
Madrid aludían a lo poco conectado con las necesidades del mundo rural que suele
estar el debate político (“Basta ya de mamandurrias independentistas”); otras
denunciaban, riéndose de sus carencias (“Hemos venido a pillar cobertura”); pero
la que me cautivó, por lo creativa y ‘grave’ que podría resultar su ‘amenaza’
fue “Si no nos dais lo que queremos, os dejaremos sin torreznos”.
Espantapájaros en el huerto del CEIP San Pedro, de Baltanás. |
Bueno, más allá del chascarrillo, me quedo con una que
resume a la perfección lo que esta movilización significa: “Ser pocos no nos
resta derechos”. Porque esta es una cuestión de derechos
humanos y de la garantía de que la administración pública los haga
efectivos. Y ábate, que cuando te pones a mirar cómo el Estado de derecho se
articula, resulta que solo quedan realmente protegidos aquellos para los que,
curiosamente, sería necesaria la intromisión de los poderes públicos para
quitárnoslos, o sea, piensa lo que te dé la gana y cree, si quieres, en elefantes
rosas voladores, que el Estado te dejará en paz y tú te sentirás libre y con
autonomía e intimidad personal. Son los derechos individuales o de primera
generación, pero, ay, amiga, cuando se trata de desarrollar políticas públicas
activas que garanticen los derechos de segunda –trabajo, vivienda, pensiones…-
y ya ni te cuento los de tercera generación –derecho a un medio ambiente
adecuado-, pues, si eso, ya luego…
Reunión de la Comisión Ambiental del CEIP La Valdavia, en Buenavista de Valdavia. |
Vamos, que la lógica de funcionamiento de los Estados de bienestar pasa por adecuarlos a las exigencias del desarrollo del capital y, como dice Antonio Negri, desde esta lógica “las ciudades se convierten en las factorías del siglo XXI”, o sea, el acceso a la educación o a la sanidad, por ejemplo, deja de ser un derecho para convertirse en algo funcional a la provisión de capital humano, el Estado abandona sus políticas públicas para hacer efectivos tales derechos y pone en manos de individuos libres la autonomía para moverse en o hacia el contexto donde mejor puedan satisfacer esos derechos: las ciudades. Esta lógica es la causa última de la despoblación, y no una suerte de maldición bíblica.
Y resulta que está hablando de este tema alguien que ni vive
ni padece los problemas del mundo rural. Y no sé cómo resolver esta contradicción,
sobre todo, para no caer en el riesgo de dar una imagen
desenfocada: porque es importante el qué, el cómo y el quién cuenta
lo que pasa en esa España vaciada.
Así se imaginan su patio niños y niñas de La Valdavia: con más juegos pintados donde puedan mezclarse peques y grandes, plantas, bancos y asientos para poder sentarse y charlar... |
Hace unos días, una compañera de trabajo me regaló un
pequeño libro que es la transcripción de este sensacional
discurso de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adiche. Aunque
se puede resumir en una frase –“es imposible hablar de relato único sin hablar
de poder”- os recomiendo que la escuchéis entera porque es canela pura. Y a lo
mejor, me tengo que ir callando, para dejar de contar esa ‘mi historia única’
sobre mi visión del rural, sesgada, desenfocada, aunque también creo que sé
hacia dónde quiero dirigir mi angular…
Acuerdos y reparto de tareas en La Valdavia: el Ayuntamiento, familias y niños y niñas tienen un montón de tareas para estos meses. |
Hacia profesoras como Aroa, Rosa, Anabel, Mª Jesús, que
desde pueblos tan minúsculos como Buenavista de Valdavia, Baltanás o Ampudia,
trabajan incansablemente para que niños y niñas ‘del rural’ tengan la mejor
educación del mundo, mirando su patio y soñando cómo les gustaría que fuera, haciendo rutas de colores para ir al cole
caminando y poder así "hablar de sus cosas", o manifestándose porque apenas tenemos tiempo para luchar contra el
cambio climático.
En el CEIP Villa y Tierra, de Saldaña, tienen una impresora 3D que también utilizan en nuestro proyecto, por ejemplo, para hacer cajas nido que colocarán en el huerto y el jardín de su patio. |
Docentes como Elena, Vanessa, Elvira, Elena o Eduardo, que
quizá están viviendo el paulatino (y anunciado) declive de municipios como
Saldaña y Guardo, que un día fueron orgullosas cabeceras de una comarca, la
Montaña Palentina, para la que nadie, desde la ‘villa y corte’ regional, ha
querido buscar alternativa a su principal actividad económica, y sin resignarse
a ser un ‘Barruelo de Santullán’ más –convertido casi en museo al aire libre-, hacen de su colegio un circo, con saltimbanquis que plantan huertos y forzudos que
decoran el patio, o no se arredran y abordan, con la que está cayendo en la
zona y las horas contadas de la térmica bajo cuya sombra les crecieron los
dientes, a afrontar con sus adolescentes el reto de la transición energética.
Para el que ya han empezado a sembrar un montón de variedades... |
No soy de pueblo, no soy quién para contar vuestras historias. Pero, si tengo que elegir, sé con qué historias me quedo.
"El campo estará verde, debe ser primavera..." Calle Melancolía, Joaquín Sabina. |
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