miércoles, 12 de junio de 2019

Se despliega como un atlas



Hace algo más de dos meses os contaba las visitas que había hecho por los coles de la provincia. El caso es que, en estos tiempos acelerados que vivimos, nos quedamos, precisamente, sin tiempo para las cosas importantes. Se te ‘enciman’ las tareas y, en tanto no desarrollemos el don de la ubicuidad –para otra vida, tal vez…- nos perdemos los pequeños acontecimientos que le dan sentido a nuestros quehaceres.

En aquella ocasión, la comisión ambiental de Buenavista de Valdavia quedó en organizar una jornada festiva para pedir ayuda a la gente grande en transformar su patio a su gusto y medida. Pero llegó mayo, cierre de curso y de proyectos, y pese a recibir la invitación formal –en nuestra feria anual, celebrada en Saldaña, me lo recordaron- no pude asistir. Ayer recibí un correo de Aroa, la maestra que coordina este programa en el centro.

Niños y niñas escribieron una carta a sus familias para convocarles a una reunión, en la que les contaron sus ideas para hacer del patio un sitio más bonito, y les pidieron ayuda para conseguir diversos tipos de materiales, usar herramientas y poder fabricar bancos o jardineras. Las familias salieron encantadas de la reunión y acordaron fijar una fecha que garantizara la mayor asistencia posible. Ese día fue el pasado viernes, 7 de junio, a las 15:30h. La jornada fue un éxito porque acudieron prácticamente todas las familias –incluidas las que ni siquiera residen en el municipio- y, organizándose peques y grandes en tres grupos, lijaron, cortaron, montaron y pintaron unos bancos estupendos aprovechando palés de madera, prepararon la tierra y pudieron pintar algunos maceteros reutilizando neumáticos.


Me cuenta que lo pasaron fenomenal, que el AMPA preparó una merienda bien rica para reponer fuerzas y que el patio ha quedado muy chulo. Pero, lo más importante, es que ahora todo el mundo está muy motivado –no solo niños y niñas- y que surgieron muchas más ideas para seguir mejorando el patio entre toda la comunidad. Afortunadamente, en este patio no creo que sea necesario darle un enfoque de género a la remodelación, más que nada, porque los diecisiete alumnos y alumnas que van al colegio juegan juntas y revueltos, y no hay riñas ni enfados.


Pero el hecho de que se paren a pensar en sus gustos, en que a edades diferentes, a lo mejor, les apetece hacer cosas distintas, en que cada día cada cual tiene su humor –y un día te apetece jugar a la pelota, pero otro trepar o, quién sabe, potenciar tus habilidades artísticas o, simplemente, sentarte y charlar, o no…- hace que sean ellos y ellas, criaturas a las que, en ocasiones, se les niega el criterio, quienes se den cuentan de que sus espacios son, pueden ser y merecen ser más bellos, coloridos, diversos, inclusivos, facilitando la convivencia, la cooperación y el cuidado mutuo. En el primer espacio de socialización de la infancia, esta merece aprender, entre otras cosas, que la estética también es una cuestión ética.

De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores…  

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