¿Quién recuerda las clases de lengua en las que tuvo que
aprender las conjugaciones de los verbos, y sus irregularidades, o las
cantinelas para memorizar la tabla de multiplicar? Seguramente, sea algo que
nos cueste. En cambio, es fácil que se nos escape una sonrisa al acordarnos de las
amigas con las que compartíamos el recreo, de un compañero cómplice en alguna
que otra trastada o, incluso, de aquel que no soportábamos.
Hace unos días se publicó en prensa este reportaje
sobre la importancia del patio escolar. Y tanto que ha de tenerla, si tan
solo nos fijamos en las horas que pasan niños y niñas en él a lo largo del
curso y que supera, en muchos casos, las horas lectivas dedicadas a algunas
asignaturas. Frente a los contenidos que se trabajan en el aula, el patio es un
espacio donde se generan relaciones y se afianzan valores.
El patio es un espacio donde están en juego muchas cosas,
desde la autonomía personal, la iniciativa a la hora de emprender actividades o
modelos de convivencia. Pero no le podemos pedir peras al olmo: si no se
interviene educativamente sobre él, el
patio de recreo tenderá a reproducir las mismas desigualdades que vemos fuera
del recinto escolar. La más llamativa, y no hay que tener vista de lince para
verla, es el dominio preponderante de los juegos masculinos, normalmente en un
área central, en tanto que las niñas suelen estar relegadas a rincones o zonas
periféricas del patio.
Afortunadamente, muchos equipos educativos han venido
observándolo y tomado medidas. Partiendo de que el patio es mucho más que un
lugar donde pasar el rato, se van abriendo procesos de participación en los que
niños y niñas, docentes y familias analizan cómo es su patio, reflexionan sobre
lo que echan en falta y aportan propuestas. En esta red sois muchos los centros
que habéis emprendido esta senda o estáis en ella. Y en ese camino habéis ido
creando rincones para pensar, reservas naturales, huertos escolares, espacios
de juego… Y seguramente hayáis descubierto que, aunque el fútbol sigue levantando
pasiones, el patio escolar es
un espacio de oportunidades educativas, un ‘laboratorio’ donde aprender a
vivir.
Por cierto, un viejo conocido vuestro escribió hace casi once años algo muy parecido: a veces, pareciera que las cosas cambian demasiado despacio, aunque prefiero pensar aquello de que caminamos lento porque vamos lejos...
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