En un
libro de Junot Díaz que leí hace años, la voz omnisciente que narra
la historia dice en un momento que “los cambios que esperamos nunca son los que
lo cambian todo”. Y creo que es cierto. Lo que pasa es que, cuando nos da por
ponernos catastrofistas, si escuchamos una frase tan grandilocuente, tendemos a
pensar que esos cambios serán para peor y, quién sabe, a lo mejor estamos
errando, y mucho, en las perspectivas que tenemos por delante. Podemos pensar
entonces que la mejor opción es ser realistas, pero aunque sea duro tener
esperanzas, no nos podemos permitir optar por la realidad. ¿Por qué? Porque es
esta la que nos delimita los marcos de actuación, las lógicas de pensamiento… y
si adaptamos nuestras estrategias a esa realidad, tendremos muy poco margen
para transformarla, para construir otra realidad.
Sabéis que la semana pasada una
delegación de Escuelas para la Sostenibilidad viajó a Alcaraz
(Albacete) para participar en la IV Confint Estatal, o sea, la Conferencia ‘Jóvenes
Cuidemos el Planeta’. Y creo que no me equivoco si os digo que venimos todo el
mundo encantado. Mientras docentes y técnicas conocíamos Los Batanes
o el rico patrimonio cultural de Alcaraz, en torno a 120 escolares de
diferentes territorios se han mezclado, han compartido los procesos de mejora
ambiental en sus centros, han trabajado de forma secuencial durante tres días
para analizar un problema en el entorno de Alcaraz, reflexionar sobre su relación
con otros impactos a escala global y, lo más importante, se han traído de
vuelta un compromiso que poner en práctica en su centro para mitigar de alguna
manera dicho problema.
Y además de todo esto, que es muchísimo, se han reído, han
llorado, se han emocionado y nos han hecho emocionarnos a quienes ya tenemos
edad para que el cinismo, a veces, se nos cuele un poco por las costuras. En
esta entrevista
a Fidel González, uno de los científicos españoles que forma parte del IPPC
(Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), nos alerta sobre los
márgenes que vamos estrechando, sobre cómo se van reduciendo las posibilidades
de retornar a un escenario manejable y habitable en tanto no vayamos tomando
medidas contundentes para minimizar emisiones y mitigar, que no eludir, un
cambio climático que no está por venir sino que ya es un hecho. Y cierra la
entrevista invitándonos a la responsabilidad de elegir a líderes que sean
capaces de asumir decisiones inaplazables.
Pero hay otro hecho, igualmente contundente, con el que
prefiero quedarme. Siendo docentes, ni os tengo que contar lo complicado que es
que todo salga bien en el festival de Navidad o en la obra de final de curso.
Pues no sé cómo ni de dónde salió el talento, pero ese grupo de 120 escolares
nos regalaron como despedida y cierre del encuentro un baile o performance
de lo más alegórico para repensar lo que le estamos haciendo al
Planeta y, aunque sea una obviedad no viene mal recordarlo, a la propia
humanidad.
Unos minutos antes de cerrar el evento con esa danza, cada
grupo compartió las conclusiones de su trabajo y las propuestas de acción que
se llevaban de vuelta. Uno de los adolescentes puso el broche final y en su breve
discurso se notaba un tono de hartazgo, en el buen sentido, se entiende: nos
apelaba a la gente mayor que tenía delante a que dejemos de repetir
banalidades, como que la juventud es el futuro y el cambio está por venir, frases
que por repetidas suenan casi huecas. No, nos dijo. “Los jóvenes somos el presente,
y el cambio no está por venir, somos nosotros.” Y nos quedó claro, creo, que estábamos
ante líderes que ya estaban tomando decisiones y transformando la realidad.
Si queréis ver fotos y vídeos de todo el evento podéis ir a
este enlace
o entrar en esta
aplicación, si ademáis queréis los comentarios de cada actividad.
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