viernes, 28 de febrero de 2020

La quinta piel


“Lo más profundo es la piel”, Paul Valery.


Esquema de 'las cinco pieles' de Hundertwasser.



La procastinación está muy denostada. Y, sin embargo, puede ser que hayamos dado un nombre pomposo al simple subterfugio que siempre ha buscado la mente en situaciones de estrés. Si se nos va de las manos, efectivamente, puede convertirse en un problema, pero la de cosas fascinantes que quizá descubramos dejando para otro momento la imperiosa necesidad de lo urgente.

Un día, sin ir más lejos, una amiga enlazó un reportaje sobre el cambio climático en el mundo del arte; unas semanas más tarde, te llega el último cuaderno de Entretantos, titulado Arte, Territorio y Comunidad, en el que se tratan de tejer saberes, memorias olvidadas, cultura popular y patrimonio…; y al otro, estás leyendo este artículo sobre un colectivo docente que trabaja diferentes problemas sociales y ambientales utilizando la expresión artística como herramienta de reflexión. Y escarbando –procastinando, sí- en su andadura, te das de bruces con el nombre de un tal Friedensreich Hundertwasser, del que nunca habías oído hablar.

Este artista elaboró una especie de significación del ser humano, uniendo el arte con la vida, a partir de una serie de capas argumentales, ‘las cinco pieles’: la epidermis, que reflejaría la piel, en sentido estricto, y la desnudez del ser humano, su sencillez; la ropa, reflexionando a través de esta segunda piel sobre la uniformidad, el anonimato o el estatus social; la casa, entendida como el hábitat cotidiano, le guió para hacer una fuerte crítica al urbanismo modernista; la identidad, o nuestros ‘yoes’ sociales, desde nuestra identidad sexual, de género, la familia, las amistades, la comunidad, el barrio, la nación…; y la Tierra (ecología), como quinta piel, por la que luchó en contra de la energía atómica, o apoyando desde la plantación de árboles a campañas a favor del transporte público.

Pero, agárrate, que sigues tú procastinando, y te encuentras con un trabajo de fin de grado en Bellas Artes colgado en la nube en el que alguien ha dado la vuelta como un calcetín a las cinco pieles del ser humano para convertirlas en las cinco pieles de la naturaleza, y hacer una denuncia de los principales impactos–sobre la atmósfera, la roturación y deforestación, el urbanismo y la contaminación, en sus múltiples variantes- que ejerce el ser humano como quinta piel sobre el Planeta, y pieza clave por su responsabilidad, pero también por su sensibilidad y capacidad para entender nuestro lugar y poder actuar sabiéndonos parte de un mismo todo.

Y como todo esto me ha resultado muy inspirador –y por aquello de sentir que la postergación de mis tareas puede tener utilidad más allá de mi propio deleite-, lo quería compartir. Porque parece que nos cuesta –o yo, al menos, reconozco mis limitaciones- para engarzar el tipo de proyectos en que trabajamos, más vinculados siempre a las áreas científicas y técnicas, en otras disciplinas.

No sabría deciros cómo han llegado hasta mí, quizá procastiné más de la cuenta, pero para que tengáis más referencias inspiradoras en las cual miraros –vuestro centro, a vuestro alumnado, vuestras necesidades como docentes, las de vuestra comunidad, y también hacia dentro, a vuestro propio interior- os dejo estas dos referencias que aúnan un abecedario de experiencias para conectar arte y escuela, y 100 buenas prácticas de aprendizaje-servicio.

Y en este juego de espejos… ¿por qué quinta piel empezaríais a trabajar?

miércoles, 5 de febrero de 2020

Germinar


Una sociedad no es mejor que sus bosques.
W.H. Auden




Martín Chico fue un precursor de las corrientes pedagógicas modernas. Al parecer, quedó impactado por la extendida e intensiva práctica que a finales del siglo XIX llevó a media España a roturar todo monte disponible (e ‘inservible’) para ganar tierras de cultivo. Pero sobre todo, debió de ser un gran maestro de escuela: paseos, excursiones y cuadernos de campo fueron su particular método de ‘aprender haciendo’, que más tarde heredaría la Institución Libre de Enseñanza. Su libro más famoso es ‘Mi amigo el árbol’, publicado en 1910, y que gracias a ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) fue reeditado en facsímil en 2005.


Sin saberlo, ese libro despertó la curiosidad de un niño, curiosidad que se transformó en vocación y en un profundo amor hacia las plantas, hasta convertir a ese adulto en profesor de micología, profesor que quiere extender ese legado que él recibió a niños y niñas como él lo fue. Ese profesor es Juan Andrés Oria que, como ya os contamos en la entrada anterior, se ha ofrecido a impartir una breve y didáctica charla en los centros de la red de Escuelas para la Sostenibilidad, como complemento a la adhesión de nuestro programa a La Gran Bellotada Ibérica.

En el CEIP La Cañada han hecho bombas de semillas que han lanzado
por los montes de Ampudia, a ver qué pasa cuando 'exploten'...

Plantones para el arboreto del CEIP La Valdavia.

Cartel y noticia en prensa de la bellotada convocada por el CEIP Las Rozas.

Cada centro ha tenido libertad para plantear y organizar su plantación, y así la casuística que tenemos es tan variada que va del arboreto que han reproducido en el patio del colegio de Buenavista de Valdavia con las especies autóctonas más representativas, a las bombas de semillas que han lanzado niños y niñas de La Cañada en los montes de Ampudia, hasta casi convertirse en una brigada repobladora en el colegio Las Rozas de Guardo, consiguiendo –con la implicación de familias y organizaciones conservacionistas locales- en sendas jornadas sembrar nada menos que… ¡¡¡20.000 bellotas!!!

Cartel y semilleros acondicionados en el IES Guardo.

Instrucciones para plantar fresnos, CEIP Villa y Tierra.

Frutales junto al huerto del CEIP Marqués de Santillana,
de Carrión de los Condes.

En Saldaña, la muchachada del colegio Villa y Tierra ha plantado fresnos en una zona de ribera aledaña a la ermita del Valle, mientras un rico intercambio de edades entre 1º y 6º de primaria del colegio Maristas plantó 200 bellotas en el monte El Viejo. En Carrión de los Condes, cada curso del colegio Marqués de Santillana ha apadrinado un frutal junto a su huerto escolar; en Palencia, su tocayo y el Santo Ángel también han optado por el apadrinamiento de bellotas en su patio, para transplantarlas cuando germinen en algún monte o parque urbano. En Paredes de Nava plantarán diferentes variedades por todo el casco urbano del municipio, con el compromiso de cuidado de pequeñas tiendas y establecimientos, especialmente, en las etapas iniciales de arraigo. Y jóvenes de 1º ESO del IES Guardo han plantado alrededor de 100 bellotas recogidas en familia, que tendrán a su cargo durante el curso hasta plantarlas el año que viene, en que pasarán el testigo de esta recién inaugurada tradición al alumnado del curso siguiente.

Semilleros en el CEIP Marqués de Santillana (Palencia).

Bellotada en el Monte El Viejo, Colegio Marista.

Juan Andrés dando instrucciones para la
plantación en el patio del colegio Santo
Ángel, de Palencia.

Fruto de aquella curiosidad, de la experiencia y de las ganas de transmitir sus conocimientos y entusiasmo, Juan Andrés ha publicado un libro, vástago del que a él estimuló pero nombrado en plural. Ayer, en la Comisión Ambiental de un colegio, una de las niñas que participó en la plantación tras su charla, nos compartía que lo que más le había impresionado es que “él plantó una bellota de pequeño y ahora es un roble”. No se sabe si es pecar de ingenuidad o de optimismo irracional, pero… ¿qué nos despierta el contacto con la naturaleza? Quizá desde la infancia sepamos de forma instintiva, casi atávica, que formamos un todo, que es una cuestión de supervivencia cuidarnos la piel, la nuestra, y esa piel roturada de una tierra que un día nos volverá a absorber.

El libro de Juan Andés y las fantásticas ilustraciones de
Rocío Silva ampliadas.

Continuará…