jueves, 17 de mayo de 2018

¿Qué hacer cuando los problemas nos vienen de fuera?


Pero... ¿hace falta insistir?

La carretera que une Guardo con Buenavista de Valdavia me permitió el otro día disfrutar sobre la marcha de ese patrimonio sobre el que gira el proyecto de la Montaña Palentina en el que están trabajando en el CEIP Las Rozas. Entre un paisaje inflado de colores primaverales se iban colando una iglesia por aquí, algún ingenio minero por allá, y una quietud que viene muy bien en jornadas tan intensas.

Como las que suelen tener los pequeños colegios del mundo rural, y no es una excepción el CP La Valdavia, en el que habían coincidido el mismo día la orientadora, una reunión con las familias y mi visita. Entre una y otra, y dejando casi de lado su hora de la comida, Aroa me puso al día de la marcha del programa en el colegio. Desde la última reunión no han podido avanzar mucho, sobre todo porque los problemas que se han detectado en torno a los residuos en el patio del colegio… se escapan un poco de sus manos.

Pero no penséis que esto les ha hecho arredrarse, qué va. Niños y niñas del colegio decidieron explicar por escrito al propio  Ayuntamiento lo que pasaba: al contar con unas pistas de juego, es lógico que puedan acceder jóvenes de fuera del centro a este recinto. Lo que ocurre es que, si compartimos un espacio, deberíamos poner cuidado en mantenerlo en unas condiciones que, como mínimo, no compliquen el día a día de sus habituales habitantes, o sea, los y las escolares del CP La Valdavia.

Lastimosamente, no ha habido la respuesta esperada: ni se han habilitado papeleras, ni ningún operario del Ayuntamiento se encarga de la limpieza de los residuos –especialmente, los más peligrosos, como restos de vidrio rotos-, ni el propio Ayuntamiento le ha hecho un guiño de complicidad a la comunidad escolar, después de que esta depositara su carta, coincidiendo con la Navidad, con la ilusión de quien escribe a los Reyes Magos.
¿Qué echas de menos?

Así que, siguiendo con las pautas derivadas de su última Comisión Ambiental, familias y escolares se han puesto manos a la obra y han diseñado unos carteles para, siquiera, sacarles los colores a aquellas personas que usen el patio en su tiempo libre. También hablamos del tema del agua como eje de trabajo elegido en la anterior reunión, si bien con un invierno tan lluvioso parece haber pasado a un segundo plano y no ha tenido tirón. Aroa se ha hecho cargo del programa Escuelas para la Sostenibilidad este año, pero ha aguzado muy bien sus sentidos y captado la sensación general, que me transmitió, de que a niños y niñas no les gusta especialmente el patio del colegio.

Encuentra el campo de fútbol...

Seguramente, ningún crío diría que “la estética también es una cuestión de ética”, una frase del urbanista Jordi Borja que se me vino a la cabeza echando un vistazo al espacio que rodea el edificio del colegio: un campo de fútbol que cuesta reconocer entre la vegetación silvestre que se ha adueñado de él, una explanada cubierta de grava que no invita, precisamente, al juego, y una enorme cancha deportiva con frontón y pistas de futbito y baloncesto. ¡Ah, se me olvidaba! Y una minúscula zona de columpios y juegos infantiles… ¿os suena?

Un oasis, aunque pequeñito...

Es lógico que el patio centre las inquietudes escolares, verbalizadas a su manera, cuando cuesta encontrar en él esa mezcla de misterio, sorpresa, diversión o, algo tan intangible como la belleza. Se echa de menos una diversidad de espacios que impulse, también, la imaginación de los y las peques para autogestionar su propio esparcimiento. Así que, concluimos reconducir en una próxima Comisión Ambiental el trabajo hacia el potencial que encierra el patio y, sobre todo, las soluciones que para mejorarlo podrían aportar sus protagonistas. Lo hicimos con la confianza de que el embellecimiento puede facilitar la apropiación del espacio, incluso por sus visitantes, y siempre es más fácil cuidar de lo bello...

Más de lo mismo en los coles y, en este caso, el centro de los problemas...



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