martes, 15 de mayo de 2018

¿Cómo evitar 400 bolitas de papel de aluminio a la semana?




Esta es la pregunta que estaban tratando de responder alumnos y alumnas de 1º ESO cuando llegué el jueves pasado al IES Guardo. Y es que en este centro llevan ya año y medio dándole vueltas al tema de los residuos, y después de su ‘basurómetro’, para estudiar qué basura generaban y colocar papeleras selectivas en puntos estratégicos del centro, ahora están por tomarse en serio la reducción. Y hay dos elementos que les preocupan especialmente: el papel que diariamente alumnos y alumnas han identificado que desperdician en clase, y que podría aprovecharse con algo tan sencillo como colocar bandejas para reutilizarlo; y el envoltorio que sistemáticamente utilizan para su almuerzo.




En muchos casos, la solución para sustituir el papel aluminio con que envolver el bocadillo pasa por el uso de tarteras. Pero quizá una buena idea para cursos de primaria, cuyo recreo se disfruta en el patio y puede habilitarse un espacio común para depositar dichos recipientes, no sea la mejor fórmula cuando hablamos de chicos y chicas que ya salen del recinto del centro. Así que, con la ayuda de Elvira, Elena y Marga –docentes y miembro de la Comisión Ambiental- y los tutores de 1º y 2º de ESO, van a dedicar una sesión de tutoría al diseño y confección de unas fundas para sus bocadillos. Se trata de una propuesta sencilla, no hay ni siquiera que coser; cómoda, porque una vez que comemos el bocata, la funda se pliega y ocupa tan poquito como para poder guardarla en el bolsillo trasero del pantalón; ecológica, y no solo por la bolita de aluminio que evita generar, sino porque para su confección lo ideal es reutilizar algún retal que tengamos en casa; y original, porque ese diseño se puede personalizar con una tela que, de alguna manera, me identifique, me guste y que no se confunda con el resto.

Así, multiplicando el número de alumnos y alumnas de 1º y 2º ESO por los cinco días de la semana, una medida tan fácil de poner en práctica ahorra la friolera de 400 bolitas de papel aluminio a la semana. Estas acciones a pequeña escala pueden parecernos en ocasiones insignificantes, pero si nos paramos a pensar en las consecuencias que están teniendo muchas de nuestras acciones cotidianas en el mundo –como la acumulación de plásticos en los océanos-, podemos vislumbrar el efecto positivo que, por repetición y acumulación, tendrían pequeños gestos en sentido contrario. Sería una forma de comprobar y poner en práctica aquello de que mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo pequeñas cosas puede cambiar el mundo, y sin necesidad de viajar ni mapear la superficie de Marte. Y con todo esto que os acabo de contar... ¿no vais teniendo ganas de ver cómo enfocan en el instituto antes de finalizar el curso el tema de la energía? 

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