Ya está aquí la lentitud del verano o, al menos, a mí eso
siempre me parece, que a partir de julio el tiempo se estira –quizá no tanto
como en la niñez-, pero algo hace que las horas nos mezan hasta volver al
frenesí de septiembre.
En esta red hemos cerrado el curso en Valsaín, el hogar del
Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), que siempre acoge por estas
fechas el Simposio de Docentes de ESenRED. Se necesitaría mucho más que un blog
para resumir lo que dieron de sí los intensos tres días que pasamos allí. Se
abrieron con una charla en la que Yayo Herrero trató de hilvanar los ‘lazos
rotos’ que, a su juicio, manifiestan la política, la economía o la cultura, al
pasar por alto, no ya los límites físicos del Planeta, sino la dependencia que
tenemos de los soportes vitales que nos sustentan y de los cuidados que otras
personas nos provean. No es fácil hilvanar el discurso ambiental con una mirada
de género desde los ‘días de…’, los talleres puntuales y el tratamiento de
cualquier tema desde áreas dispersas y hasta separadas. Por eso, desde FUHEM se
han propuesto dar otro enfoque a la educación y están elaborando un currículo
ecosocial –que, en breve, estará disponible en su web- para tratar de
trasformar en profundidad lo que sucede en las aulas.
Toni Aragón, a quien ya conocéis personalmente, fue el
encargado de cerrar el Simposio, recordándonos que no somos tan racionales como
quisiéramos ni tan poco emocionales como creemos. La buena noticia es que la
mezcla de ambas constituye esa forma de pensamiento, la intuición, que ya
Spinoza consideró la más elevada. Otra cosa es que resulte más o menos
complicado ponerla en práctica y, sobre todo, tenerla en cuenta a la hora de
establecer estrategias de persuasión en nuestro ámbito de trabajo.
Y entre ambas ponencias sería imposible resumir los talleres
y los intercambios de experiencias que compartimos. Desde por qué la muerte
masiva de gallipatos en unas lagunas de Albacete ejemplifica la complejidad de
los problemas ambientales, a un parkour en el patio de un
colegio que se ha convertido en el ‘salto’ para la motivación e integración de
adolescentes migrantes; de la cantidad de ‘esclavos
energéticos’ que necesitaríamos si, virtualmente, tuvieran que pedalear
para generar a través de la dinamo de una bicicleta la energía que consumimos,
a cuestionarnos cómo es posible que distingamos antes los símbolos de renombradas
marcas que las hojas de los árboles que nos rodean; de plantearnos qué se
esconde tras el actual modelo de producción de
alimentos, a emocionarnos con los caminos largos, como el de Ítaca, de
Kavafis, para poder cumplir –aunque no escojamos- nuestro deber de amor.
*Título de un poema de Gioconda
Belli, poeta, novelista y activista nicaragüense, en estos días inciertos para
su patria…
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