jueves, 15 de febrero de 2018

Un lugar donde aprender a vivir


¿Quién recuerda las clases de lengua en las que tuvo que aprender las conjugaciones de los verbos, y sus irregularidades, o las cantinelas para memorizar la tabla de multiplicar? Seguramente, sea algo que nos cueste. En cambio, es fácil que se nos escape una sonrisa al acordarnos de las amigas con las que compartíamos el recreo, de un compañero cómplice en alguna que otra trastada o, incluso, de aquel que no soportábamos.

Hace unos días se publicó en prensa este reportaje sobre la importancia del patio escolar. Y tanto que ha de tenerla, si tan solo nos fijamos en las horas que pasan niños y niñas en él a lo largo del curso y que supera, en muchos casos, las horas lectivas dedicadas a algunas asignaturas. Frente a los contenidos que se trabajan en el aula, el patio es un espacio donde se generan relaciones y se afianzan valores.

El patio es un espacio donde están en juego muchas cosas, desde la autonomía personal, la iniciativa a la hora de emprender actividades o modelos de convivencia. Pero no le podemos pedir peras al olmo: si no se interviene educativamente sobre él, el patio de recreo tenderá a reproducir las mismas desigualdades que vemos fuera del recinto escolar. La más llamativa, y no hay que tener vista de lince para verla, es el dominio preponderante de los juegos masculinos, normalmente en un área central, en tanto que las niñas suelen estar relegadas a rincones o zonas periféricas del patio.

Afortunadamente, muchos equipos educativos han venido observándolo y tomado medidas. Partiendo de que el patio es mucho más que un lugar donde pasar el rato, se van abriendo procesos de participación en los que niños y niñas, docentes y familias analizan cómo es su patio, reflexionan sobre lo que echan en falta y aportan propuestas. En esta red sois muchos los centros que habéis emprendido esta senda o estáis en ella. Y en ese camino habéis ido creando rincones para pensar, reservas naturales, huertos escolares, espacios de juego… Y seguramente hayáis descubierto que, aunque el fútbol sigue levantando pasiones, el patio escolar es un espacio de oportunidades educativas, un ‘laboratorio’ donde aprender a vivir.

Por cierto, un viejo conocido vuestro escribió hace casi once años algo muy parecido: a veces, pareciera que las cosas cambian demasiado despacio, aunque prefiero pensar aquello de que caminamos lento porque vamos lejos...

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